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domingo, 30 de agosto de 2009

SOBRE "SAN PETERSBURGO: EL MODERNISMO DEL SUBDESARROLLO"














Por Carlos Valdés Martín



Una gran tesis cultural de Marshall Berman se propone demostrar que el subdesarrollo encierra en su corazón una vena modernista especial, una forma de crear una modernidad chocante y espectral. Incluso, pareciera constituir una forma de anti-modernidad o de no-modernidad, pero no por esa apariencia desconcertante deja de integrar "la modernidad" de manera importante. Los vientos del cambio irrumpen sobre un territorio extraño, tan extraño terreno donde resultan enormemente exitosos algunos avances, que pareciera posible alcanzar la punta. En ese sentido, la Rusia zarista del siglo XIX instaura el prototipo del Tercer Mundo del siglo XX.

Fundar la ciudad de San Petersburgo define la mayor osadía expansionista de la dinastía Romanov, como su intento de saltar hacia Europa Occidental, tensando las fuerzas vastas de Rusia hacia una obra de magnitudes casi irrealizables. Y los esfuerzos capitaneados primero por Pedro I y luego por la dinastía no crean solamente una "cosa" como una escultura monumental sino integran también una entidad viva: una ciudad capital, unidad de espacios arquitectónicos con las personas habitando. Para su diseño y concepción urbanos se involucraron únicamente ingenieros y arquitectos extranjeros, revelando una honda voluntad de cambio. El tipo de arquitectura de San Petersburgo no tenía precedentes en Rusia. En el tremendo esfuerzo de ganarle el terreno de la nueva ciudad a los pantanos del río Neva (palabra rusa que significa “lodo”) murieron unas 100,000 personas. La tragedia de la edificación repite la idea romana de que el imperio se funda sobre las cabezas aplastadas.

Esa ciudad integra una unidad estética, diseñada en su conjunto, entonces debía otorgar un sentido majestuoso y distinto a su construcción. Incluye puntos de referencia y una cuidadosa medida de las perspectivas, que permitían una visión instantánea de conjunto hacia ciertos puntos de referencia, como estrellas cardinales de la cuidad: las agujas de Pedro y Pablo y el Almirantazgo. Esa unidad urbana, incluso visible al simple golpe de vista, encerraba su lado oscuro, como había sido concebido como la magna obra de una dinastía despótica era la cumbre de una idea de control en un mundo jerárquico. La dinastía debía demostrar una presencia aplastante, incluso física sobre los habitantes, los cuales casi podríamos considerarlos accesorios agradados dentro de la urbe. La gran estatua ecuestre de Pedro representa en la primera gran obra literaria de Pushkin sobre la ciudad perfectamente ese sentido aplastante de los monumentos de los Romanov. La escultura del fundador de la cuidad se convierte en un fantasma que atormenta al personaje de la novela, quien ha perdido la razón a causa de excesivos sufrimientos, en quien el deseo de rebelión languidece ahogado y se convierte en una dolorosa paranoia.

Digamos, que de entrada, esa unidad majestuosa de la ciudad de Pedro el Grande no revela un rasgo en sí moderno. En dado caso la creación de una ciudad capital señalaría una majestuosidad comparable con las grandes obras de las dinastías legendarias, como la Gran Muralla china, la fundación de “Alejandrías”, el Taj Mahal, etc. La grandeza de las construcciones no revela algo específicamente moderno, sino que va surgiendo de la ciudad un rasgo novedoso e inesperado: la calle cobra vida y los "hombres del subsuelo" van adquiriendo una vitalidad superior dentro de ese nuevo ambiente. Los habitantes de la urbe, en el proyecto de la dinastía estaban destinados a servir en el sentido riguroso del término, quedar minimizados a su servicio al proyecto de los zares, por tanto su sitio modesto quedaba confinado a obedecer el plan imperial.


LA CALLE Y LA MODERNIDAD
La vida de la calle de la cuidad moderna indica uno de los temas favoritos de Berman sobre el cual despliega anchas velas bajo el viento de su creatividad y sensibilidad. Arrancando con París y las transformaciones de los bulevares de la época de Haussmann, pasando por a Perspectiva del Nevsky bajo los zares y culminando en Nueva York, desde los años veintes y hasta los ochentas del siglo XX. Las grandes y bulliciosas avenidas recobran plenas su sentido de signo y símbolo, las calles mismas son los estandartes de un tipo de vida específicamente moderno. Esto se descubre en París mediante la mirada de Baudelaire, quien posee la sensibilidad para captar el nuevo mundo abriéndose paso a partir de las obras de los grandes bulevares de la reforma urbana del barón Haussmann a fines de 1850 y a lo largo de 1860. Esa tremenda reforma arquitectónica del París bajo el régimen de Napoleón Tercero (apodado el Pequeño) barre con el tipo antiguo de ciudad; digamos que la ciudad feudal, abigarrada y sin espacios para el tráfico masivo de gentes y mercancías cae como bombardeada y sobre sus escombros se levanta el esplendoroso nuevo París. Debemos destacar que la obra arquitectónica modernista genera otro modo de relación entre las personas y abre el camino a nuevas sensibilidades, se convierte en el terreno adecuado para la "aventura moderna". Ahora bien, las calles de San Petersburgo nacían arquitectónicamente adecuadas para esa "experiencia moderna", sin embargo, la formación completa de la ciudad dibujaba el proyecto dinástico. Un solo hombre concentraba en Rusia el poder, ese era el zar; su poder empuñaba vida o muerte y no existía ninguna institución para limitar su mandato, y la construcción misma de la ciudad representó una obra dedicada a glorificar ese mandato. Las grandes avenidas estaban dispuestas para orientarlas hacia los grandes palacios de los zares del imperio; las estatuas se dedicaban a cantar la gloria eterna de los emperadores y su sentido religioso.

EL JINETE DE BRONCE: EL APLASTAMIENTO
Sin detenernos en detalles tratemos de imaginar la sensación de abatimiento e impotencia de los millones de hombrecitos y mujercitas quienes sufrían y morían sin ningún derecho civil frente a ese gobierno omnipotente. Recordemos que, en efecto, ese poder autocrático de los zares aplastaba sin misericordia las existencias de los pequeños habitantes, y lo hacía regularmente casi sin darse cuenta. Se estima que cerca de cien mil ciudadanos rusos murieron en las fatigosas tareas de la edificación de la ciudad, y esas muertes bajo el agotamiento e insalubridad de un trabajo casi esclavista debieron dejar una estela de desesperación y rencores. El estado de ánimo ante el aplastamiento y la adversidad frente a un régimen político de tal magnitud resultaba muy especial, y así lo refleja la primera gran narración literaria de la ciudad. La obra El jinete de bronce de Pushkin refleja el estado espiritual que surge por la desproporción entre el "pequeño hombrecito" petersburgués y la omnipotencia del Estado. El cuento narra una sencilla historia de amor trágico entre un funcionario y una mujer. El marco de la historia queda bajo la celebración de la misma grandeza de San Petersburgo, la cuidad-monumento para su creador, el zar Pedro, simbolizado por una gigantesca estatua ecuestre: el jinete de bronce. Agreguemos, que esa ciudad se construyó a contrapelo de los elementos, desafiando las turbulencias del río Neva, palabra rusa que significa lodo, por los aluviones turbulentos que periódicamente arrastra. La complejidad de su construcción radicó en el desafío de esa naturaleza difícil de domar. El personaje enamorado es Eugenio, un simple funcionario, el primer héroe de la literatura rusa signado como un hombre de la calle. Las aspiraciones personales de Eugenio permanecen muy sencillas: desposarse con la mujer amada y vivir juntos. La fatalidad habrá de interponerse, porque ella habita en una de las islas alejadas de la misma ciudad. Una noche la naturaleza se desata, los vientos se contraponen con la creciente del río que termina por desbordarse convirtiéndose en una calamidad, el Neva se levanta en oleadas sucesivas arrastrando todo a su paso. Al igual que en otros rincones de la capital, la catástrofe hace presa de la isla donde habita la amada de Eugenio. Se muestra una luz política en la trama cuando el zar considera que nada se puede hacer contra los elementos desatados, pero la ciudad ha sido una obra del zarismo para dominar a los elementos de la naturaleza. En un gesto desesperado, en medio de las feroces tormentas, Eugenio sube a un bote para buscar a su amada, pero lo que encuentra es un paisaje de desesperación y muerte. En ese trayecto Eugenio pierde la razón, y queda atrapado por una búsqueda desesperada, donde su ropa se desgarra y su cuerpo se marchita. Eugenio permanece en una travesía sin itinerario fijo entre los márgenes del delirio y la miseria hasta que, en un momento de lucidez delirante, se reconoce ubicado en la plaza donde posa siempre la imponente estatua del jinete de bronce, la figura del zar Pedro el Grande. Cuando Eugenio reconoce ese símbolo se acuerda que el ídolo representa al constructor de maravillas, al creador de la ciudad enfrentada con el río, el cual durante una creciente le ha arrebatado a su amada. Surge la ira en el pecho de ese hombre común, que levanta la voz y dice "¡Conmigo ajustarás cuentas!", pero la amenaza del hombre común frente a la representación del zar dura como una chispa. Eugenio, ya convertido en un paria andrajoso, escapa corriendo horrorizado, porque siente que el zar de la estatua de bronce ha levantado la cabeza rojo de la furia, dispuesto a perseguirlo hasta aplastarlo. Desde entonces, vaya a donde vaya Eugenio, lo siguen los cascos de un caballo gigante, persiguiéndolo siempre, amenazantes. El fantasma de la dinastía persigue implacable a Eugenio hasta que, a la primavera siguiente, muere a la orilla del río.
La historia de El jinete de bronce no relata una historia casual y sin sentido pues indica una trama precursora creada por uno de los escritores claves de la literatura rusa. Creemos que la triste historia de Eugenio revela estremecedoramente un estado de ánimo general de los simples súbditos ante la majestad imperial, en esta alegoría literaria se muestra ese aplastamiento interior extremo de quien ante la osadía de un enojo cae arrastrado hacia la senda de la paranoia. El aplastamiento resulta tan completo que hasta la conciencia de la rebeldía termina castigada dentro del delirio: ocurre la persecución fantasma de un monstruo de proporciones enormes. El abatimiento de los ciudadanos de abajo ante la jerarquía resultó necesario revelarlo para combatirlo. El autor, Pushkin, fue tanto un privilegiado como un opositor político del régimen zarista quien sufrió personalmente la persecución debido a sus simpatías con un movimiento de oposición al zar, el movimiento llamado “decembrista”.

DOSTOIEVSKY: OFICINISTAS POBRES EN EL SUBSUELO
Mucho se podría decir todavía sobre ese mundo de las pobres gentes, de los empleaditos sometidos a rutinas agotadoras y sin una perspectiva de calidez ni entusiasmo. Las chispas de inteligencia, de sensibilidad y de sentimiento se ahogan en una noche sin sentido, el imperio dormita y en el bajo mundo de los pobres las capacidades humanas se están pudriendo sin oportunidad de salida. Los personajes de Dostoievsky (el más famoso novelista ruso del siglo XIX) muestran la extrema sensibilidad, la perspicacia y hasta la inteligencia empantanadas entre la carencia de voluntad o en las desmesuras de la pretensión, que no conducen hacia ningún lado. La sensibilidad sin ámbito para expresarse se convierte en una espantosa soledad, sin camino que lleve desde la calle al prójimo o desde la palabra al oído receptivo. Las primeras novelas, Pobres gentes y El doble muestran esa clausura de las posibilidades para los funcionarios pobres, ubicadas la década de 1840. Dos décadas después la literatura rusa estará captando los registros de la rebeldía de los hombres nuevos, los simples oficinistas quienes recuperan un sentimiento de dignidad y responden. Un primer retrato de ese cambio de espíritu aparece en Turgneyev, que en su obra Padres e hijos muestra a un joven estudiante de medicina, Bazarov, quien se burla del arte y de la moral, de las instituciones e ideas existentes, dedicando su tiempo a estudiar matemáticas y disecar ranas. Turgneyev acuña el término nihilismo para describir a Bazarov [1], pero con el tiempo ese término adquirió un sentido político más fuerte para caracterizar una tendencia extrema.
En la década de 1860 surgen los hombres y mujeres de San Petersburgo dispuestos a la acción. El 1º de septiembre de 1861, sucede algo que nunca antes se había visto, cruza un jinete la ciudad lanzando volantes donde se pide fin al gobierno del zar y ceder paso a una república. El 23 de septiembre (equinoccio de otoño día simbólico de la justicia, inicio del signo de la libra) sucede un evento todavía más sorprendente: una manifestación de estudiantes afectados por medidas administrativas. Así, las calles eran inauguradas como espacio político.
En julio de 1862 fue arrestado el periodista radical Chernichevsky, permaneciendo dos años encerrado sin juicio en la ciudadela de Pedro y Pablo, hasta que fue condenado a cadena perpetua en el glacial e inclemente destierro interior de Siberia, siendo liberado veinte años después, ya casi a punto de morir. En sus dos años de confinamiento solitario este periodista elaboró una novela titulada ¿Qué hacer? [2] en la cual muestra una serie de episodios donde los ciudadanos de abajo desafían a los poderosos. En la novela emergen pobres que no bajan la cabeza ni se apartan humildes del camino de los aristócratas o dignatarios, a esos pobres Chernichevsky los considera los "hombres nuevos". Con estos personajes plasmados en papel él escenifica por primera vez en Rusia el sueño socialista de la modernización desde los humildes, los “de abajo”.
En las Memorias del subsuelo de Dostoievsky aparecen diversas alusiones de Chernichevsky y su novela anterior. En el tema general, como casi siempre, existe afinidad, porque en ambos el tema muestra al pequeño hombre enfrentándose al mandatario, pero en Chernichevsky el estilo de los choques pareciera irreal por la línea simple tomada por los desposeídos, mientras que en Dostoievsky acontece un tortuoso y “hamletiano” viaje interior del hombre del subsuelo hasta que cumple con el designio de enfrentarse con su superior. Digamos que Dostoievsky revela una verdadera guerra presente al interior del hombre del subsuelo, quien combate feroz contra sus propias limitaciones hasta lograr una lucecita de acción, la cual le permite recuperar su dignidad y autoestima, cuando finalmente ya no cede el paso a un mandatario.

EL PALACIO DE CRISTAL
Uno de los contrapuntos más interesantes entre Dostoievsky y Chernichevsky reside en su diferencia en torno al Palacio de Cristal. Esa obra arquitectónica de la Inglaterra del siglo XIX se convirtió para los rusos en una metáfora de la lejana modernidad. Para Chernichevsky el Palacio de Cristal sirve como el símbolo de las nuevas formas de felicidad y libertad, mientras que para Dostoievsky ahí se encierran los horrores del futuro, amenazas ante las cuales se debe permanecer en guardia. ¿Por qué resulta tan importante este símbolo en Rusia, incluso más importante aún que en Inglaterra? "En los países avanzados, donde la modernización económica, social y tecnológica es dinámica y pujante, la relación del arte y el pensamiento modernista con el mundo real que los rodea está clara, aún cuando -como hemos visto en Marx y Baudelaire- tal relación es asimismo compleja y contradictoria. Pero en países relativamente atrasados, conde el proceso de modernización todavía no ha impuesto, el modernismo, allí donde se desarrolla, adquiere un carácter fantástico, espejismos, sueños. Para los rusos de mediados del siglo XIX, el Palacio de Cristal fue uno de esos sueños modernos más obsesivos e irresistibles"[3].
El tema se torna más interesante si consideramos que el Palacio de Cristal de Londres existente era muy distinto al símbolo vislumbrado por los grandes literatos rusos. Esa edificación fue construida en seis meses con materiales prefabricados para albergar a la Gran Exposición Internacional de 1851, y posteriormente fue desmontado y vuelto a armar en otro punto de Londres en 1854. Edificaron una estructura de vidrio, sostenida por delgadas vigas de metal apenas perceptibles desde la distancia. Su mayor semejanza correspondería a la de un enorme invernadero, pues además se encerraron grandes árboles en el mismo sitio donde fue levantado. La arquitectura pertenece a Joseph Paxtron y se le llegó a considerar "el edificio más aventurado y visionario de todo el sigo XIX. Sólo el puente de Brooklyn y la torre Eiffel, una generación más tarde, serán comparables a su expresión lírica de las posibilidades de una era industrial"[4]. Sin embargo, dentro de Inglaterra la reacción ante tal edificación vanguardista expresó tonos de adversidad por el lado de la cultura oficial del momento[5], mientras se convertía en un paseo muy popular y los visitantes extranjeros se entusiasmaban con el sitio. Subrayemos que tal lugar invitaba a pasearse, mientas dibujaba formas suaves que armonizaban con la naturaleza y hasta la integraban, y además tenía un sello de transitoriedad por sus materiales. Hablando de transitoriedad debemos comentar que un incendio destruyó esa construcción y ya no hubo interés por recrearlo dada la animadversión oficial dentro de Inglaterra.
Por su parte, los rusos vieron otros significados en ese símbolo arquitectónico. En un sentido positivo, para Chernichevsky anunciaba una utopía, pues en el futuro se debería instalar la gente para habitar en esa clase de palacios, sustituyendo a las ciudades caóticas o con un orden jerárquico de su tiempo. Ese el destino lo profetizaba para los hombres y mujeres nuevos: habitar el palacio de cristal.
El comentario de Dostoievsky sobre del susodicho palacio lo coloca como una obra majestuosa y definitiva. "Todo el edificio es pomposo y pesado; el mensaje que proclama no es únicamente una culminación histórica, sino una totalidad e inmutabilidad cósmica"[6]. El edificio transparente el revela un símbolo de perfección y de claridad. La opinión del hombre del subsuelo cavila en el sentido de una obra indestructible. El material de fabricación, el transparente cristal, indica un signo de la verdad. Lo escalofriante en la opinión del literato ruso es que parece un pliegue interior del "espíritu ruso", sospecho que habitaba, en medio de noches de fiebre invernal sazonadas con vodka, un deseo de eternidad poderosísimo en los racionalistas rusos. Reitero, este detalle de la opinión de Dostoievsky: existe hambre de eternidad entre los racionalistas rusos, descontentos con el sistema zarista. Existía un deseo de eternidad tan potente, que cuando estalló por los aires el edificio de la monarquía zarista, los marxistas rusos se embarcaron a sí mismos en una interpretación monumental de su tarea histórica. Los marxistas rusos, primero dando un giro sutil y después torciendo por completo, se dieron a la tarea de "construir" un nuevo sistema social. Hago énfasis en la palabra "construir" donde el genio de la ingeniería predomina, con un sesgo rígido y sin flexibilidad. La intentona de construir el comunismo en la U.R.S.S., es decir, la edificación de la misma sociedad soviética sobre el esqueleto del imperio zarista, implicaba una obra de ingeniería social de ambición colosal. Continúa el sueño arquitectónico de Chernichevsky hecho sociedad, eso fue el Palacio de Cristal materializado en Sociedad Soviética. Cumpliendo el debate implícito entre dos literatos del siglo XIX, el Palacio Soviético de Cristal encerró su lado de sueño y pesadilla. La pesadilla política del estalinismo como dictadura totalitaria muestra lo gélido de una verdad (a medias) petrificada. También este asunto de la encarnación del sueño del palacio de cristal se puede enfocar distinto, para Berman la Rusia estalinista no estaba en condición de levantar sus palacios de cristal en el sentido arquitectónico mismo por su carencia de recursos materiales y humanos, en cambio en Estados Unidos después han proliferado los centros arquitectónicos de cristal como sedes de grandes empresas y comercios mostrando un idea de un mundo más controlado, encerrado y ordenado. Ante el crecimiento de estos nuevos palacios de cristal, el crítico alarmado nos comenta "Dostoievsky se hacía cada vez más importante para la vida moderna cotidiana, de un modo que nunca antes lo fuera"[7].
Retomando el hilo de Berman vemos que el lado soñador de la ingeniería arquitectónica implica su actividad, el estar construyendo despliega una aventura, generación del cambio. En ese sentido, la ensoñación constructora también plantea una empresa de modernidad sorprendente, capaz de sacudir cualquier rutina. Pero la actividad debe desembocar en la obra, lo creativo debe coagularse en lo creado, entonces la ingeniería cambia de signo y el resultado habla por sí mismo, "pero en cuanto el constructor deja de construir y se atrinchera en las cosas que ha construido, las energías creativas se anquilosan y el palacio se convierte en una tumba" [8]. La magnifica obra antes soñada y ahora ya edificada queda convertida en rutina y entonces domina la dialéctica de la conservación; pasamos de creación magnífica hasta la enormidad de la conservación.
Extrañamente Chernichevsky había soñado una gran posibilidad que abarcaba tanto la creación de hombres y mujeres nuevos como una herramienta tecnológica total, diseñando en una especial de profecía involuntaria, porque lo descrito por él había resultaba, sin tantas pretensiones, una visión utópica, para contrastar con la helada celda donde lo había recluido el zar.

LA IMPOSIBILIDAD IMAGINARIA DEL PUENTE MODERNO
Pero en los escritos de los literatos rusos estamos todavía en el punto de la fantasía social, donde la imagen de un lugar donde termina la disonancia y el conflicto presenta una ensoñación subversiva, así los literatos no verían el resultado. Además existe otro ingrediente interesante de ese espíritu crítico ruso del siglo XIX, porque para ellos el Palacio de Cristal señala una criatura de la Europa Occidental y ellos están a medio camino entre los bárbaros nómadas de Asia Central y la civilización europea. Asumiendo una inferioridad social relativa de Rusia al futuro altamente civilizado ellos lo consideran tan lejano que distorsionan sus propias posibilidades y devalúan sus realizaciones. Por ejemplo, en una anécdota de su viaje a Alemania, Dostoievsky comenta un altercado en un puente donde él se siente muy ofendido por el orgullo nacionalista de un ciudadano alemán, quien le embarra en la cara la excelente construcción moderna del puente, que el bárbaro ruso debería admirar. Se ofende el escritor ruso aceptando que los puentes de Alemania, por principio resultan inigualables, pero pasa por alto el hecho, de que en ese tiempo, el puente suspendido más adelantado del mundo se había construido en Rusia, sobre el gran río Dniéper. Parecer casual que un literato sea ignorante en el tema de puentes, sin embargo Dostoievsky había estudiado ingeniería, su ignorancia debe encerrar el síntoma de un fenómeno de conciencia mayor, una especie de bloqueo traumático de la percepción. Lo característico es descubrir que toda la intelectualidad rusa no mostraba ni el menor interés sobre las obras materiales modernas en Rusia. "Es como si la creencia de que Rusia era constitucionalmente incapaz de desarrollo (...) hacía que todos fueran ciegos a los avances que se estaban produciendo realmente"[9]. La creencia de que era imposible la modernización del país bajo el zarismo estaba generalizada entre las gamas del espectro ideológico, aunque con la entrada del siglo XX empezó a cambiar ligeramente el panorama. De cualquier forma esa perspectiva, en efecto, incapacita para explotar las limitadas posibilidades de modernidad en un territorio signado por el atraso como una desventaja relativa.
Un fenómeno ideológico similar se repite en la convicción exagerada en la absoluta carencia de potencialidades de modernidad o desarrollo entre los ideólogos del Tercer Mundo. En efecto, el atraso se convierte en la perspectiva de un "mundo", una totalidad cerrada sellada por el destino de la fatalidad. Por el lado de las perspectivas contrarias y optimistas, por regla, éstas suelen ser demasiado forzadas, marcadas por compromisos políticos y tendientes a la demagogia. El repetitivo fracaso de las perspectivas optimistas del desarrollo redunda en mayor prestigio de las profecías sombrías sobre el círculo de la dependencia. El tema es muy complejo como para abordar un balance de la división entre desarrollo y atraso en el mundo capitalista, pero resulta significativo como fenómeno de conciencia del atraso dentro del modernismo. La obra singular moderna (este puente, este edificio…) tienden a quedar anulados, bajo el bosque del atraso, los “eventos” de modernidad por contraste resaltan más el bosque del atraso, contribuyendo a sellar las faltas de perspectiva de avance. Y entonces se genera ese campo de la perspectiva del subdesarrollo, una percepción del camino cerrado hacia el futuro, y eso contribuye al planteo de vías alternativas, de puentes diferentes de acceso al futuro, tal como lo descubrió el bolchevismo ruso. Entre el “puente moderno” dentro del país atrasado (el país del Zar) y el país completamente moderno los separa un abismo completo, tal como lo reveló la Revolución Rusa, y ese salto solamente lo cumplió el más audaz de los puentes de la ingeniería social a un costo extraordinario.
En las mentalidades progresistas rusas y quizá en el país entero, el signo del atraso se integró como la sustancia misma del país, identificando plenamente una imposibilidad de un avance cualitativo hacia un futuro, generando un modelo de subdesarrollo, donde los eventos modernizadores resultan accidentes antagónicos a la sustancia de atraso. El atraso ruso se convertía en una esencia incorruptible e imbatible, mientras no apareciera un salto cualitativo. La naturaleza de ese salto cualitativo cautivó el debate de la inteligencia rusa del siglo XIX, enfrascada entre las oportunidades de ingresar a una modernidad capitalista y el acceso de un salto comunista, tal cual se intentó finalmente, pero incluso los protagonistas de tal salto comunista mediante la Revolución de Octubre siguieron debatiendo ampliamente sobre el sentido y las modalidades para alcanzar un portentoso salto futurista, donde los extremos ideales emblemáticos aparecieron entre un “socialismo a paso de tortuga” de Bujarin y una “revolución permanente” de Trotsky. El desenlace del puente de la tentativa comunista resulta conocido, mas su naturaleza interior permanece enigmática y debatida.
También San Petersburgo fue el escenario directo del episodio inaugural de la revolución bolchevique de Rusia. El asalto bolchevique al Palacio de Invierno anunciado por el acorazado de nombre “Aurora” inició una de las grandes aventuras sociales de la humanidad. El escenario del modernismo del subdesarrollo se convertía en el sitio ideal para izar un puente social hacia expectativas insospechadas; los subsecuentes territorios de un subdesarrollo agudo también provocaron el impulso para nuevos experimentos sociales, de estilo socialista, nacionalista, comunista, tercermundista, etc., una diversidad de gamas expresando un enorme malestar con la situación de atraso ante las metrópolis, un dínamo social hambriento de una vía corta para escapar de las contradicciones sociales y alcanzar rápido un bienestar colectivo de la manera más rápida posible.



NOTAS:

[1] BERMAN, Marshall, Todo lo sólido se desvanece en el aire, p. 219.
[2] Fue un autor muy admirado por Lenin, que repetiría el título de la novela en su afamado manual de práctica militante el ¿Qué hacer?. Posteriormente, a Chernichevsky durante el periodo “comunista” se le consideró un mártir precursor del bolchevismo.
[3] BERMAN, Marshall, Todo lo..., p. 243-244.
[4] BERMAN, Marshall, p. 246.
[5] Merece ser repetido que el estilo modernista del Palacio de cristal fue rechazado como un modelo en sus días, y que la burguesía inglesa prefería construir dentro de un estilo neoclásico, digamos que con cierta nostalgia conservadora. Cf. BERMAN, Marshall, p. 246.
[6] DOSTOIEVSKY, Feodor, Memorias del subsuelo.
[7] BERMAN, Marshall, p. 258.
[8] BERMAN, Marshall, p. 251.
[9] BERMAN, Marshall, p. 250.

EL SIMBOLISMO SERPENTINO: DESDE EL PARAÍSO PERDIDO HASTA EL RAYO DENTRO DE LA SERPIENTE EMPLUMADA

Por Carlos Valdés Martín

0) El múltiple valor
La serpiente sirve de modelo para representar lo bajo y oscuro, pero la gama de sus significados también encierra un símbolo de sabiduría, vitalidad y hasta del cielo; aunque nos sorprende, descubriremos a una serpiente celeste representando al rayo . Este simbolismo lo encontraremos bajo muchos aspectos atravesando los significados del mundo y trasmundo, la existencia humana y divina. Su gran valor radica en su viabilidad para unir diversidades, mostrando el camino de la metamorfosis en la frontera, anclando las dificultades interiores de la psique, pero demostrando posibilidades abiertas tal como lo veremos en el yoga y la mitología. Esta variación de significados depende del misterio, porque la serpiente simboliza el misterio, ya sea hundiéndose en una grieta para pasar al trasmundo o entregando el veneno como vía al más allá.

1) La terrestre: lo diabólico en la Biblia
 En el Occidente judeocristiano la asociación simbólica más conocida para la serpiente es su función en el pecado original. La víbora sirve de vehículo para encarnar lo diabólico y por este medio el mal seduce al humano, haciéndole probar del árbol prohibido e iniciando el padecimiento. En el relato de la Biblia la sierpe es el vehículo para que Adán y Eva abandonen la inocencia y se contaminen por fruto del árbol del bien y el mal. Esa serpiente no fue considerada el actor esencial, pero sí es el vehículo activo y así también recibió su maldición, y en el relato queda condenada a arrastrase por los suelos. Aquí surge condensado el poderoso simbolismo de la caída, pues mientras Adán y Eva caen del paraíso, el ofidio queda arrastrándose, caída en el suelo para siempre. Esta sierpe del Paraíso actúa como la representante diabólica en el Génesis y luego esta figura fue ampliada por la imaginación literaria . En cambio, en otras culturas, la víbora simbólica se interpreta como representante de la sabiduría, por lo tanto participa en la formación cultural y hasta en la redención.

1.1) La pitón como terror antiguo en Las Metamorfosis
Pero además de considerarse como una encarnación de lo diabólico, en un plano más elemental este ser motiva temor, pues la serpiente es temida como animal (o espíritu) peligroso, y este miedo adquiere una ciudadanía primitiva indudable. Las leyendas también hablan de ofidios en los períodos antiguos, pero de contornos más monstruosos que habitante del Edén judeocristiano, entonces nos describen sierpes monstruosas de los tiempos legendarios. Así, como las narraciones creen en una legendaria humanidad de gigantes también temen a víboras titánicas. En la parte correspondiente a los orígenes del mundo Ovidio coloca a la serpiente pitón, y dice que luego de un diluvio, la tierra creó a las especies y “entonces también te creó a ti, descomunal Pitón, y tú eras, desconocida serpiente, el terror de los pueblos de nueva creación, tan gran espacio ocupabas en el monte” . Por eso el dios Febo para abatir a la monstruosa sierpe usó miles de disparos de flecha y así la mató el dios solar, lo cual fue una hazaña importante, por lo que en gratitud se instituyeron los juegos “Pitios”, similares a los juegos olímpicos antiguos.

2) Una elevándose: la sabiduría en Quetzalcóatl
El episodio de un dios azteca, Quetzalcóatl, nos muestra una visión de la serpiente como vehículo de la cultura y la elevación. La palabra “quetzal” nombra al ave más hermosa de Mesoamérica y “coatl” es la sierpe, y la unión de los dos términos nos ofrece al dios legendario, que eleva lo terrestre hasta nivel celeste. Este dios prehispánico representa el proceso civilizatorio, pues es quien trae la cultura a los hombres y los eleva sobre su estado de ignorancia. Por lo mismo, en la década de 1920 lo recuperó el intelectual José Vasconcelos como símbolo de unión entre el nacionalismo indigenista y el afán de progreso cultural.
Esta serpiente-ave divina es uno de los temas más importantes y repetitivos para las culturas mesoamericanas, que compartieron su creencia. A Quetzalcóatl lo encontramos en los frisos pétreos de las pirámides de Teotihuacán, Chichen Itzá y Xochicalco o en los frescos y las vasijas de cualquier región de Mesoamérica. Abarcando desde la parte norte, en la zona tolteca, hasta el sur bajo el nombre de Kukulkán entre los mayas, este dios permanece representado entre las ruinas de las antiguas ciudades.

3) La serpiente subiendo: caduceo de Hermes-Mercurio
A la serpiente la tenemos representada dentro del símbolo de la ciencia médica, que es el caduceo de Hermes-Mercurio y en el bastón de Esculapio . El caduceo se representa con un bastón o báculo cruzado por dos víboras entrelazadas . Es importante notar que las dos sierpes están ascendiendo en una suave curva como “eses”, para alcanzar la cima del bastón. El bastón o vara, entre muchos pueblos, indica signo del sostenimiento o hasta emblema del poder, el gobernante era investido con un bastón, el cual representaba su poder.
Entre los griegos este caduceo representó al dios Hermes, asociado al comercio, al movimiento, al ingenio, las ciencias ocultas, la medicina y al engaño. El significado del caduceo es muy complejo, se relaciona con el poder, la diplomacia (significa etimológicamente “el heraldo”), el comercio (es intercambiado por Apolo a cambio de la lira inventada por Hermes), la ganadería, la comunicación, la fecundidad, la guía de hombres, los viajes, el sueño, el conductor del alma al morir, la música, el esoterismo, la trasmutación y la medicina .
Un atributo de Hermes radicó en la rapidez, por lo que el dios tenía alas en los talones y así servía como el mensajero divino. El caduceo en su figura más completa se representa con alas coronándolo, por lo mismo, en la parte superior se encuentra una representación aérea. Así, que el caduceo se inicia desde el elemento terrestre y dos serpientes lo representan, pero asciende bordeando por el madero recto, que es el bastón (madera que vincula los elementos) y se corona en lo celeste, representado por unas alas.
La variedad de sierpe venenosa entrega lo contrario a la medicina, por tanto nos encontramos con la paradoja de una identidad del brebaje médico y el veneno . Tal como el reptil saliva su ponzoña, el médico debe manar su sustancia curativa, entonces se aparean los puestos entre el morir y el vivir; entonces estas criaturas de Hermes resultan las propias para revertir el curso espontáneo, pues de manera espontánea reptan y con la sabiduría médica deben de ascender.


4) La doble ascendiendo: la Kundalini
 En el estudio del yoga la serpiente se representa y asocia en la columna vertebral. De forma casi idéntica a lo indicado bajo el símbolo del caduceo, encontramos dos víboras ascendiendo a los costados de una columna central, pero en este caso, estamos ya en otro plano. La serpiente de la Kundalini no corresponde a una simple alegoría, es un fenómeno de en la frontera, a medio camino entre cuerpo y espíritu. Esta sierpe del yoga no existe como hecho, permanece virtual hasta que se conquista, pues el yogui dedica largos años de ejercicios y meditación para lograr despertar la serpiente de la Kundalini y desenroscarla de su base en el hueso sacro. Esta dualidad serpentina es el emblema de un flujo de poderosa energía, que asciende a ambos costados de la columna vertebral, de tal modo eleva la energía desde el centro energético inferior hacia los centros superiores, culminando en la cumbre espiritual. En la persona normal esta doble serpiente Kundalini está dormida, por lo que esta conexión energética nunca se manifiesta. Una larga preparación con ejercicio físicos y mentales integra el único vehículo para hacer que la víbora energética rompa su inercia de permanecer en el terreno horizontal y convertirla en una serpiente ascendente, un torrente ascendente buscando lo alto del microcosmos.

4.1) La serpiente como rayo
Ya que hemos arribado a la interpretación energética de la víbora, es necesario dirigirse hacia el rayo, como suprema manifestación de la energía natural. La adoración del rayo fue normal entre los pueblos, y algunos asociaron al rayo como ofidio celeste. En ese sentido ya no parece extraña la figura de Quetzalcóatl, ya que en el rayo están unificados el principio del cielo y la tierra, porque las grandes descargas eléctricas unen a las nubes con el suelo.
Algunos pueblos creen que el rayo siempre desciende y otros que sube. Para los griegos Zeus lanzaba los rayos desde las alturas, entonces en su interpretación, éstos caían claramente; en cambio, para los antiguos chinos el rayo cumplía una elevación súbita y estruendosa de la energía terrestre, que se encaramaba hacia el cielo. Quizá en un sentido más estricto, el rayo físico es tan ascendente como descendente, pues manifiesta un diferencial de energía, por lo que se intercambia el flujo de electrones entre las nubes y la tierra.

5) Una discutiendo con el águila: el escudo mexicano
Según la leyenda la última tribu náhuatl llegó al Valle de México buscando una señal para ubicar su residencia definitiva. La leyenda les había prescrito que se instalarían donde encontraran a un águila sobre un nopal “devorando” a una serpiente. Tras largos años de emigración, por fin su sacerdote avistó el prodigio anhelado sobre un pequeño islote en el lago y ahí se fundó la ciudad de Tenochtitlán, que sería la capital de una gran civilización.
Existe alguna discrepancia de interpretación sobre si esa águila al inicio estaba solitaria y si realmente está devorando o discutiendo con la serpiente. En verdad las águilas pueden comer víbora, pero los sacerdotes aztecas debieron guardar una idea más simbólica del tema. En cuanto símbolo el águila representa a la divinidad, porque es el pájaro del más alto vuelo, el ave acercándose más al principio celeste; mientras que la serpiente implica el ámbito terrestre, al serpentear junto a la tierra y esconderse en guaridas subterráneas. Así, el águila con la serpiente en sus garras sintetiza la unidad de ambos elementos. En este encuentro, según la representación tradicional y hasta ahora aceptada, la serpiente está levantada, mantiene su cuerpo incorporado y así ahora nos recuerda el ascenso de la víbora, ya sea como caduceo, Kundalini o Quetzalcóatl. Entonces en el escudo mexicano reproducimos la representación de una serpiente en una pose ascendiendo, ya lista para el vuelo del águila.
Pero ¿qué significaría que la sierpe sea devorada por el águila? Con esa variación no cambiaría demasiado el contenido simbólico, porque en ese caso estaría transmutándose completamente y sería elevada por el águila a la región celeste. En cualquier caso, el principio terrestre se convierte en celeste . La diferencia podría radicar en que devorar revela un conflicto entre los dos principios, mientras que el diálogo ya implicaría la resolución, la armonía entre tierra y cielo en un proceso de ascensión.

6) Las letras de Isis como serpiente y columnas
En el caso de que interpretemos a las letras por su forma, la letra “ese” nos parece el camino de la serpiente y en sentido ascendente o descendente, como prefiramos, ya que la letra misma no contiene una cabeza y una cola para indicar la dirección. Por su parte, la letra “i” nos representa una columna pequeña con algo flotando en el aire, un principio superior, directamente encima de la vertical. La unidad de esta columna con una doble “ese” nos recuerda, perfectamente, la forma y el principio del caduceo. Esta relación entre la verticalidad y la curva a sus lados quizá parece superficial, atendiendo al lado exterior de las cosas, pero debemos recordar que Isis fue una diosa esencial para el panteón egipcio, cuya función como esposa del dios principal, la muestra pletórica de poderes y atributos. En primer lugar, controla la vía misteriosa para sacar a su amado de la muerte, y como deidad del lado femenino, Isis controla a distancia el emblema del caduceo, ya que la sierpe ascendente también es la fuerza de la sexualidad, como veremos adelante.

7) Alrededor de la columna como espiral: signo del movimiento ascendente
 Otra forma de ver el ascenso de la víbora sobre la columna es con la espiral perfecta, mediante un círculo completamente ascendente. Esta forma de movimiento circular alrededor de un eje en nuestra lengua se denomina como “serpentín”, dispositivo que se utiliza en algunos tubos de destilación y también representa muy bien ese pequeño papel enrollado para festividades llamado “serpentina”.
La espiral ascendente revela una forma de movimiento extremadamente importante en la naturaleza y el pensamiento, pues ofrece la forma correspondiente a la evolución y el desarrollo, ya que la naturaleza y la sociedad se desarrollan mediante ciclos ascendentes y decaen por ciclos descendentes . La espiral dibuja un círculo en movimiento que regresa a los mismos lugares pero en planos diferentes. Esta figura regresando pero subiendo de plano representa la idea del cambio evolutivo y el filósofo Hegel observó agudamente que el curso de la historia humana debía operar bajo la forma de una espiral dialéctica, ya que el movimiento tiende hacia su polo contrario y luego a regresar, pero lo hace cambiando de plano. El saltar entre polos contrarios indica la contradicción, la cual Hegel observó como motor de la historia natural y humana, bajo un ritmo triádico de tesis, antítesis y síntesis, pero evolucionando hacia planos superiores . Entonces esa espiral serpenteando indica el sentido del progreso y la transformación.

8) El infinito: Odradeg
De hecho la espiral es una de las variaciones de las relaciones entre el círculo y su proyección en las figuras cónicas, las cuales han dado muchos frutos en las teorías de la Geometría. Pero en caso de no existir un movimiento ascendente o descendente la serpiente que circula debe alcanzar su propia cola y entonces arribamos al círculo o anillo. El círculo representa lo cerrado, lo acabado y lo perfecto. En la mitología escandinava existe una víbora especial que representa apabullante el sentido del círculo. Se llama Odradeg a una gran serpiente sobre la cual reposa el mundo entero, mientras con su boca muerde su cola, indicando que ella misma abarca el mundo. Y el emblema que abarca todo el mundo conduce a la imagen de lo infinito. Esto indica el morderse la cola: el final alcanza al principio por eso ya no hay principio ni final, por lo tanto descendemos hasta lo eterno. También lo podemos entender como que el final produce al principio, porque lo que existe una autoproducción, semejante a la idea de Dios, como el agente de la autoproducción absoluta, por lo tanto no requiere de una antecedente y no recibe su propia génesis, es lo increado. Entonces la serpiente del infinito representa al universo completo o indica la circularidad del concepto de Dios.
Existe una segunda figura del infinito y sobre esta modalidad se estableció su símbolo matemático; en vez del círculo, se establece una especie de ocho acostado, que corresponde a un círculo plegado por la cintura. También este símbolo del infinito se desprende de una visión de la serpiente mordiéndose la cola, pero de un modo más complejo que con el círculo. Siguiendo el trazo el mismo principio lleva al final y de regreso, tal como lo hizo el círculo pero más complejo.

9) Como simbolismo sexual: Freud
 Para nuestro presente el simbolismo sexual de la psicología resulta más familiar, y la asociación de la serpiente con lo fálico salta a la vista. El padre de la psicología científica, mediante la interpretación psicoanalítica del inconsciente conduce una serie de representaciones hacia su base sexual, como la plataforma profunda en el inconsciente humano. El deseo sexual reprimido y metamorfoseado opera dentro de la mente humana convirtiéndose en alusiones, representaciones, similitudes morfológicas, huellas de sonidos, símbolos y demás transformaciones de las pulsiones originarias. La energía sexual, para el psicoanálisis ofrece el fuego motriz de la vida psíquica, y los contenidos sexuales se deben rastrear en cualquier representación del inconsciente.
Bajo una perspectiva psicoanalítica la historia del jardín del Edén bíblico se debe reinterpretar como la irrupción del deseo sexual, que genera la pérdida de la inocencia y la irrupción del deseo erótico perseguido por la culpa. Con este deseo el cuerpo ya no puede permanecer desnudo sin culpa, así aparece el vestido (primero como hoja de parra) y la prohibición (expulsión del Edén). La sierpe como vehículo de la tentación es una representación fálica del emerger sexual, pero se disfraza hacia la especie que mejor semeja al órgano masculino.
Pero cuando la vida sexual se rechaza con fuerza, esta operación también implica una coacción severa sobre los sentidos. Entre una de las manifestaciones más fuertes de las fobias sexuales está en la parálisis de miembros y hasta la ceguera, ambas manifestaciones del trastorno denominado histeria. Aunque en la actualidad no resulta tan corriente, pero en los tiempos de Freud la histeria aparecía como uno de los trastornos psicológicos más comunes y su causa fue encontrada en una angustiosa lucha contra un impulso sexual, pues tal lucha interna se manifestaba en una disociación de la persona. Esa disociación histérica ocasionaba que la gente bloqueara completamente el movimiento de un órgano o hasta la vista, cuando esto se asociaba con una posible irrupción de un impulso sexual inaceptable.

10) La serpiente doble y Tiresias: la dualidad sexual
El fundador del psicoanálisis, Sigmund Freud, gustó de inspirarse en los mitos griegos para alimentar su ciencia. La ceguera y la sierpe asociadas a la sexualidad aparecen repetidamente en la leyenda del sabio Tiresias. Este sabio “conocía el placer de los dos sexos, puesto que había golpeado con un palo en el verde bosque los cuerpos de dos serpientes que estaban copulando y entonces ¡cosa admirable!, de hombre se convirtió en mujer y así permaneció durante siete otoños” El sabio al octavo año regresó a su condición inicial, por lo tanto experimentó la existencia de ambos géneros. Pero resulta que los dioses principales Júpiter y Juno discutieron cuál de los dos géneros obtenía mayor placer durante el coito, y en su desacuerdo acuden con Tiresias, quien afirma que el mayor placer lo experimenta la mujer. Sin embargo, la diosa quedó disgustada con el veredicto y resentida, pues ella representaba la versión casta de la feminidad por lo que condenó al sabio a padecer ceguera incurable; pero Júpiter se conduele y compensa al sabio otorgándole el don de conocer el futuro.
Muy posiblemente los antiguos griegos creyeran a esta especie como hermafrodita en sentido físico o que cambiaba de sexo para su reproducción, de cualquier manera, en esta leyenda encontramos afirmada la esencia sexual del ofidio.. El golpear con un palo a dos serpientes en cópula ejerce un efecto de magia transformadora, así el sabio queda polarizado. En la leyenda original, por una repetición del mismo acto Tiresias regresa a la condición originaria.
En la inocencia del relato legendario, los eventos suceden por accidente y de modo físico, por tanto no existe intención de homosexualidad, por tanto no existe violación de códigos sino un caso maravilloso. Por decir la verdad a la diosa Juno castiga con la ceguera, pero sicológicamente este castigo se interpreta como asociación de rechazo a una idea sexual, un ataque oculto a la tendencia homosexual. El rechazo del tema sexual trae aparejada la ceguera; lo que en Tiresias es legendario, en el enfermo histérico manifiesta su síntoma.

11) El reptil odiado como parte: Medusa
 La integración de un animal aborrecido o rechazado resulta un castigo descomunal cuando una parte del cuerpo admirada se convierte en detestable. Esa clase de condena la sufre Medusa, por tener coito con el dios del mar dentro de un templo consagrado a Minerva. La pena impuesta consistió en convertir su hermosa cabellera en un amasijo de serpientes. Esto significa que la animalidad, en su manifestación aborrecible, irrumpe con una potencia temible, y este temor emerge de la ruptura de la barrera entre humano y animal. Cuando el reino inferior, en su aspecto negativo, invade al humano la situación es espantosa, y esa animalización deviene en un castigo aterrador. Y los episodios mitológicos donde las personas se convierten en seres temibles son repetitivos, indicándonos la existencia de una condena. Esa animalidad castiga lacerándonos con su degradación y ese dolor por la animalidad invasora del cuerpo se perfila tan atormentado como creíble a los ojos de nuestros antepasados.

12) El doble del ser humano: la serpiente tótem
La metamorfosis de una cabellera debe ser rechazado por la razón pero creíble para la imaginación y esto imaginario no es por completo arbitrario pues debe de captarse, ya que de otro modo no sería una leyenda interesante. Este efecto se imagina con intensidad en la medida que sentimos la cercanía del animal de muchas maneras. Esta cercanía puede venir de la similitud y hasta en especies no tan semejantes encontramos esa similitud, pues bastan los ojos que miran, las extremidades motrices o la piel cálida. De hecho sentimos tanta proximidad que los adoptamos como mascotas para tratarlos como juguetes y hasta familiares. Y el asunto va más lejos, a una mascota la adoptamos “como si fuera familia”, pero los antiguos creían que ellos lo eran realmente de animales distinguidos .
El tótem representa a un animal muy especial e importante pues fue el antepasado fundador de una tribu. Eso significa el tótem: el antepasado de la tribu, un animal “personificado”. También cada clan de una misma tribu podía tener su antepasado diferente, con lo cual existía una variedad de parentesco con las principales especies del entorno. No pensemos que sólo los mamíferos fueron ascendentes, pues hasta los gusanos de termita son el tótem de un grupo de australianos. Evidentemente, muchos tipos de serpientes se han considerado como seres totémicos, y hasta de las estirpes aristocráticas, por ejemplo, las esculturas y murales muestran a la cobra como pariente totémico de los faraones.
En una curiosa coincidencia, en el mismo libro donde se menciona la leyenda de Tiresias, aparece la referencia a una serpiente “famosa por su penacho de oro”, sus “ojos despedían fuego” y su lenguas eran tres en forma de dardo , que era hija de Marte y gigantesca. Comparando mitologías llama la atención la cercanía de este ofidio con los atributos de la serpiente emplumada de los aztecas, con una descripción tan asociada a los atributos del rayo. Pero esta fue una amenaza terrestre derrotada y muerta por un héroe, entonces tras la muerte del animal la diosa Palas ordena se entierren sus dientes, los cuales serán “gérmenes del pueblo futuro.” En efecto, de los dientes del ofidio de inmediato nacieron guerreros como una cosecha automática, los cuales pelean entre sí, y al final del enfrentamiento fratricida sobreviven cinco, que serán compañeros en la fundación de una ciudad. Así, míticamente se representa la idea del tótem-serpiente del cual nacen los primeros pobladores de una polis griega.
Este aspecto del animal como antepasado también aparece en las cosmogonías, y algunos participan en la generación del mundo y del primero humano o bien nos “educan”. El mito del quinto Sol azteca nos revela, que además de dioses “humanos” también participan animales sagrados para la recreación del cosmos, siendo el ocelote y el águila los participantes en la pira sacrificial del nuevo Sol. Entre los mayas existió la creencia en una pre-humanidad de monos antes de la actual. En las tradiciones chinas, el fundador de las religiones de rama taoísta fue un gran oso llamado Yu, un plantígrado con la sabiduría para legar el conocimiento esencial para los humanos.

13) El animal íntimo: los cerebros interiores y las metamorfosis psicosexuales
Si observamos las cosas desde el evolucionismo biológico también comprobaremos este parentesco entre el animal y el humano. El punto de vista de la evolución significa que poseemos capas interiores provenientes etapas anteriores, desarrolladas con los ancestros comunes de las demás especies. Basándonos en la antigua visión de la ontogénesis, la evolución, cada embrión efectúa un breve viaje por las especies que nos han precedido: inicia por los protozoarios, pasando por el ser pluricelular, atraviesa una etapa de pez, otra de reptil, luego mamífero, después simio y al final humano. Esto sería un resumen de la evolución de las especies condensada en la gestación de cada embrión, que no pretende ser una descripción científica .
Además de que el embrión transita por un símil a la evolución de las especies también nuestro cerebro crece mediante ese proceso, y además se desarrolla por capas. Las capas interiores del cerebro corresponden a los desarrollos básicos de las especies previas, y los externos pertenecen a la evolución siguiente. Así, en el cráneo contenemos lo que Sagan llama un cerebro de reptil, ya que se utiliza para operaciones más motoras y sin intención de pensamiento. En la parte media tenemos lo que se denominaría como un cerebro de simio utilizado para operaciones más avanzadas, y finalmente en la parte frontal se concentra el pensamiento; en especial, es el área que corresponde con el lenguaje y las actividades simbólicas . Cuando las tres fases de operación cerebral fluyen armoniosamente nos parece que ya muy poco de animal existe en ellas y quizá los instintos los aceptamos como el residuo. Pero el buen funcionamiento no excluye que nuestro órgano mental funcione con todas sus partes y las operaciones primitivas conviven con las desarrolladas.

Además tenemos otra proximidad interior con el animal que resulta curiosa. El sexólogo W. Reich realizó muchas investigaciones para hacer evidente el placer y durante sus investigaciones sobre el orgasmo encontró una manifestación muy curiosa de otra erupción de la animalidad. Ciertos sujetos tienen bloqueado el flujo de energía durante el orgasmo y con la atención clínica obtienen una mejoría. Cuando crece el flujo de energía sexual, en ocasiones, Reich se encontró que estallaba parcialmente generando una mímica inconsciente, es decir, orgasmos parciales causaban contracciones del cuerpo con las cuales la persona imitaba mímicamente a animales sin ninguna intención; por ejemplo, un sujeto se convulsionaba como si fuera un salmón atrapado en un anzuelo . Pero también, en el sentido contrario, el diagnóstico de la organización muscular en los pacientes que reprimen su sexualidad, le parecen al psicólogo, que se organizan de acuerdo a tipologías animales . Sobre la clasificación de la expresión corporal asociada con la represión de la energía sexual nos indica: “La expresión corporal total puede resumirse en general en una fórmula que (...) Aunque parezca extraño, la fórmula deriva por lo común del reino animal, como ‘zorra’, ‘cerdo’, ‘víbora’, ‘gusano’, etcétera.” En estas situaciones no existe intención de tomar modelos zoológicos, simplemente el cerebro inconsciente lo hace. ¿De dónde toma la información para imitar a los animales? Al interior de los cerebros primitivos quizá poseemos información interna programada, pues genéticamente conocemos esos modelos biológicos y lo adoptamos para nuestras expresiones psicológicas. Para el tema de este estudio, existe una forma corporal correspondiente a la víbora, donde se adopta una disposición muscular para combatir el ímpetu sexual. Así, se mantiene una actitud semejante a la serpiente para mantenerse en frialdad y dominar la pasión erótica.

14) Una ciudad plena de esculturas emplumadas
Por otro lado, cuando no miramos el temor sino la proximidad, también la serpiente sirve de símbolo para la irrupción del deseo. En el psicoanálisis soñar serpientes indica la proximidad erótica. Dentro de las grandes ciudades del altiplano azteca se convivía con enormes serpientes emplumadas: en colosales monumentos de piedra y grandes murales en la decoraciones de las pirámides. La imagen típica de Quetzalcóatl mostraba las potencias celestes y terrestres entrelazadas en una única criatura fantástica. Los ofidios simbólicos habían adquirido presencia en Teotihuacán y Tenochtitlán, así como en centros urbanos menos importantes como Xochicalco. Un habitante fóbico a las serpientes quedaría condenado al exilio, pues esos monumentos lo alejarían de las grandes ciudades, pero el orgulloso azteca convivía con esas enormes representaciones de sierpes míticas. Esas representaciones debían convencerlo de estar radicando dentro del vórtice peligroso de un mundo mágico. Un prodigio había unificado la tierra y el cielo, desde que el dios Serpiente-emplumada les había otorgado el beneficio de la civilización. Si las grandes representaciones de Quetzalcóatl son alusivas a una sexualidad vigorosa, entonces tales urbes prehispánicas proporcionaban un ambiente orgiástico y monumental, un medio saturado de las potencias masculinas. Ahora bien, en ese ambiente alegórico representa el peligro serpentino con fauces abiertas y colmillos agudos unido a una mezcla de belleza pacífica en el plumaje de aves; quedan anudadas las interpretaciones, ofreciendo una apretada mixtura de especies de tierra y cielo. Y en este vórtice también el deseo alcanza el límite de la mortalidad indicada con el rojo de la sangre, la cual es un recuerdo de dioses para recordarles el sacrificio original. Imaginemos la caída del atardecer en tales capitales, dominadas por monumentales pirámides escoltadas por las enormes representaciones de esas serpientes mixtas, con feroces fauces y plumas coloridas. Al atenuarse la luz tardía y casi desaparecer, las figuras van tomando un aire onírico, pierden sus contornos precisos y se alteran las percepciones. El azteca, percibiendo el silencio del entorno, descubre el lado oscuro de la magnificencia, rodeado por sus propias obras monumentales. El lado sombrío de sus dioses les muestra la fisura del terror nocturno, al tiempo que los deseos amenazan con despertar. Ese despertar de las penumbras está cargada de presagios, al llegar la media noche: ¿reinará el deseo o la sangre? ¿vencerá la civilización o la barbarie? Mirando fijamente la enorme figura de una serpiente emplumada el azteca espera una respuesta, mientras recibe el tenue reflejo del magnífico lago que rodea a su capital.

NOTAS:
1 Por ejemplo, Tupac Amaru en idioma quechua tiene el significado de serpiente ígnea en sentido de rayo,
2 MILTON, El paraíso perdido.
3 OVIDIO, Las metamorfosis, Ed. Porrúa, México, p. 11.
4 El emblema de Esculapio, deidad de la medicina greco-latina, es una versión más sencilla de lo mismo, pues sobre su bastón asciende una única serpiente. Este dios resulta más especializado en el tema médico y sería el dios particular de la profesión, mientras Hermes posee múltiples cualidades.
5 Una leyenda indica que Apolo regaló o cambió el báculo con Hermes, quien en una ocasión lo arrojó entre dos serpientes peleando y éstas se enrollaron sin dañarse, quedando integradas y ampliando el poder del caduceo. Quizá en las leyendas más antiguas el caduceo tiene la versión más sencilla y luego entre los romanos predominó la versión completa, con las serpientes y las alas incluídas. Cf. ELVIRA BARBA, Miguel Angel, Arte y mito: manual de iconografía clásica.
6 También es Hermes, en opinión de algunos, el más complejo de los dioses por su variedad de atributos. Cf. HOMERO, La Ilíada.
7 Aunque en la farmacopea tradicional también se incluyen derivados de serpientes o dosis de productos venenosos, aquí únicamente interesa el contenido simbólico de esta relación opuesta entre el veneno y la vida. El cuerpo, en efecto, genera reacciones de alivio ante pequeñas dosis de sustancias venenosas.
8 Incluso en el lenguaje legendario, cuando un personaje importante es devorado, puede sobrevivir a su metamorfosis, como los relatos de Jonás en la Ballena, los héroes regresando el inframundo o los explícitos relatos de ingestas múltiples que finalizan en regresos múltiples. Cf. CAMPBELL, Joseph, El héroe de mil caras, Ed. FCE.
9 Asimismo, una forma de columna une esos dos aspectos de espiral y pilar, y se le denomina salomónica, por corresponder con el relato del Templo de Salomón en la Biblia.
10 HEGEL, G.W.F., Enciclopedia de ciencias filosóficas, Ed. Porrúa, México.
11 OVIDIO, Las metamorfosis, Ed. Porrúa, México, p. 40.
12 También algunos pueblos creyeron que poseían un alter ego animal, llamado nagual entre los aztecas.
13 OVIDIO, Las metamorfosis, Ed. Porrúa, México, p.34.
14 En la ciencia biológica esto no se toma al pié de la letra, sino como una aproximación, popularizada por Haeckel en 1866. Anotemos que también se relaciona con la idea de microcosmos.
15 Cf. SAGAN, Carl, Los dragones del Edén, Ed. Grijalbo, pero la tesis se repite en varios otros autores.
16 REICH, Wilhelm, La función del orgasmo, Ed. Paidos, p. 247
17 REICH, Wilhelm, La función del orgasmo, Ed. Paidos, p. 235.

miércoles, 5 de agosto de 2009

EXPERIENCIA DE “LAS VENAS ABIERTAS DE AMÉRICA LATINA”







Por Carlos Valdés Martín

Las venas abiertas de América Latina... ¡Extraña experiencia al leer ese texto! ¿Serían las combinaciones entre los catorce años de edad una retórica explosiva y el momento personal? Este cuestionamiento hace sentir una duda sobre otra duda, una combinación de emociones y pensamientos que me esfuerzo para restablecer. Recuerdo que disfruté una especie de plenitud al leer ese texto, como el mareo de esos juegos mecánicos llamados “montaña rusa” donde el vértigo de un arrastre espanta mientras emociona.

El propio Eduardo Galeano confesó contra su texto, “durante un salón literario en Brasilia (El País, 5/5/2014): ‘No volvería a leer Las venas abiertas de América Latina, porque si lo hiciera me caería desmayado. No tenía los suficientes conocimientos de economía ni de política cuando lo escribí. (…) Para mí esa prosa de la izquierda tradicional es aburridísima. Mi físico no la aguantaría. Sería ingresado en el hospital. (…) No me arrepiento de haberlo escrito, pero es una etapa que, para mí, está superada.’”[1]

Dos dolores de cabeza
Curiosamente los textos que me causaron dolores de cabeza intelectuales en su lectura también marcaron un tramo de mi juventud, y trajeron auténticos dolores de cabeza físicos, con el achaque de la jaqueca y las pastillas para curarlo. En las dos ocasiones eran lecturas realizadas a marchas forzadas, la premura de la lectura se mezclaba con cierta dificultad en la comprensión del texto, incluso debo confesar que la primera lectura fue maquinal, una lectura a vuelo de pájaro donde casi no entendí nada de lo leído, cuando mi costumbre era leer para comprender. La primera lectura del dolor de cabeza fue Las venas abiertas de América Latina, debido a que fue una lectura escolar del final de la secundaria, aunque no conseguí comprar el libro con anticipación. El retraso en obtener el libro significó que intentara esa tarea durante un fin de semana, por eso sucedió lo lógico: la mirada vidriosa en las noches tratando de captar letras que escapaban de su lugar, renglones extraviándose y falta de conexión. El resultado fue una pésima asimilación de primera lectura, aunque una emotiva captación de pasajes intensos, bajo lo cual recordaba una especie de luces cautivadoras, chispazos durante la carrera para terminar un texto; efectivamente, leí a marchas forzadas con deseo de acabar ya, una tarea por obligación. Sin embargo, entonces el profesor Salvador de Lara era un apasionado de ese texto y esperaba una asimilación plena, que además era individualizada, porque los alumnos hicimos diferentes lecturas, y, precisamente, yo por ser un alumno de diez había recibido la encomienda de leer el texto más extenso. Por lo que en el examen las preguntas sobre el libro Las venas abiertas de América Latina precisamente apuntaban a la sección final del texto, donde pedía resumir y comentar interpretaciones sobre “La estructura contemporánea del despojo”. Del examen no contesté porque nada capté de la parte final; y como el maestro era perspicaz preguntó si yo no había leído, a lo que respondí “sí”. Una respuesta que le extrañó porque anteriormente había comprendido todos los textos del curso. El resultado fue que el profesor Lara encargó su re-lectura y contestar el mismo examen la semana siguiente. El orgullo de alumno sobresaliente quedó lastimado, porque nunca antes había repetido exámenes y entonces hice una lectura a conciencia. Esa segunda lectura fue una experiencia de descubrimientos, donde varios pasajes me impresionaron con sus tonos emotivos, su prosa clara y sus mensajes moralizantes. Luego jamás olvidaría el sentido de lo ahí expuesto, y que el mensaje de Galeano cuajó en lo hondo de mi memoria, y —jugando con sus metáforas— entró hasta la profundidad de mis venas.

Visto desde la distancia de los años el texto de Eduardo Galeano es vibrante porque guarda un equilibrio entre la sociología y la literatura, la calidad de su prosa y lo cuidado de sus ejemplos y metáforas le proporciona una gran fuerza, de tal manera que durante años fue un “bestseller” latinoamericanista. Además la frase anglófona de “bestseller” indica un lado cuantitativo del asunto, la cuestión fue más honda, porque las tesis principales, el corazón teórico de esta obra se integró dentro de la mentalidad popular y de la izquierda de nuestro subcontinente. Por esa mentalidad se otorgaba una coherencia al camino y las aspiraciones colectivas, de hecho pavimentan la ideología oficial del “latinoamericanismo”, como identidad de pueblos oprimidos en lucha contra “tentáculos” del colonialismo y el imperialismo.
Esta comunidad del ambiente le confería una fuerza colosal al texto de Galeano, que generaba una impresión de contundencia, de tal modo entregaba un mensaje tan evidente, que no sería necesario someterlo a un análisis siguiente, ni recurrir a ulteriores pruebas para corroborar su verdad. En Las venas abiertas de América Latina estaba desde la descripción del pecado original (es decir la conquista del continente), pasando por la ignominia antigua (es decir el periodo colonial), la renovación de la ignominia con apariencia de independencia (es decir el siglo XIX independizado) hasta la vergüenza presente (es decir el siglo XX con sus fórmulas modificadas de opresión).
El discurso de Galeano resulta sencillo en su estructura, porque grita la revelación continuada y sin respiro de la indignación moral, cuando descubre que las oportunidades de felicidad colectiva (la abundancia natural de los suelos, la inocencia inicial de los pueblos, etc.) son frustradas sistemáticamente por diversos agentes de la adversidad (los conquistadores, las minorías explotadoras, los gobiernos dictatoriales y la estructura económica neocolonial). El resultado es un fervoroso llamado a la indignación y a la acción, al despertar de la conciencia que busca el establecimiento de un orden justo, o al menos, más humano. Como era lógico para una obra terminada hacia 1970 el análisis de fondo debía ser marxista, aunque el estilo literario y de divulgación predomina sobre los formalismos del análisis, mezclando un sutil equilibrio entre la fuerza de la expresión y la comprensión de un conjunto de fenómenos socio-políticos.

La coherencia de lo arbitrario
El resultado del libro es un alarde de coherencia —que el rigor científico objetará que tanta coherencia fuerza la complejidad y falsea el tema—, que dibuja una línea completa de desarrollo convertida en un drama perfectamente delineado, abrevadero para los espíritus simples y puritanos. El “alarde de coherencia” sirve para el artista (siendo opcional) o para el político (todavía más opcional) pero para el rigor científico cualquier exceso de la coherencia se convierte en una falsificación, que es el doble de perniciosa porque resulta más difícil de corregir que una simple inconsistencia. El libro es abundante en coherencias inventadas, del tipo que se permite en la literatura pura y en los libelos sensacionalistas, al conectar alegremente para sospechar siempre en el mismo sentido, sin requisito de probar demasiado. La estética y la indignación moral florecen, mientras el rigor analítico se retuerce, por ejemplo, una de las mil anécdotas para marcar el enfoque arbitrario de Galeano: “Podría resultar, a primera vista, paradójico que Brasil haya sido el país más favorecido por la Alianza para el Progreso durante el gobierno nacionalista de João Goulart (1961-64). Pero la paradoja cesa, no bien se conoce la distribución interna de la ayuda recibida: los créditos de la Alianza (para el Progreso) fueron sembrados como minas explosivas en el camino de Goulart. Carlos Lacerda, gobernador de Guanabara y, por entonces, líder de la extrema derecha, obtuvo siete veces más dólares que todo el nordeste: el estado de Guanabara, con sus escasos cuatro millones de habitantes, pudo así inventar hermosos jardines para turistas en los bordes de la bahía más espectacular del mundo, y los nordestinos siguieron siendo la llaga viva de América Latina.”[2] El fondo del argumento de Galeano es el siguiente: 1) Goulart fue un presidente de izquierda, entonces era bueno. 2) El imperialismo conspiraba contra él, eso es el mal. 3) Los hechos indican que una institución llamada Alianza para el Progreso fueron generosos para Goulart, incluso brindaron la cantidad más grande en América Latina del periodo 1961-1964, lo cual contradice tesis morales subyacentes 1 y 2. La honestidad invitaría a una perplejidad y a la investigación, pero como el discurso insiste en abonar a una causa… 4) Entonces Galeano adorna esta incoherencia con una elegante retórica, pues los créditos (que financiaban a Goulart) se vuelven “minas explosivas”, con una metáfora sinsentido. 5) La incoherencia se repite con una apelación a nuestra simpatía por los pobres, aquí el estado “nordestino” que es pobre, y es “llaga viva”. 6) Como sea el argumento sigue siendo incoherente pues Goulart recibió muchos créditos y no solucionó la miseria nordestina (lo tomo como hecho, no juzgo) y entonces busca una salida. 7) Encuentra que a una región se le dieron más créditos de la Alianza, que a otras, estado Guanabara, y esa es su explicación retorcida, pues en ese sitio había un gobernador de “derechas”, que su estado recibió más dinero de esos créditos que el destino nordestino. 8) Como refuerzo irónico, se burla señalando que en Guanabara los créditos se usaron para “jardines” hermosos para turistas. Dicho así suena absurdo, pero ese es un estado turístico por excelencia, y su capital es Río de Janeiro; no hay nada extraño que ahí se utilicen préstamos extranjeros para infraestructura turística. De hecho, Río de Janeiro es la capital turística de Brasil, ¿era lo más lógico en finanzas y economía prestarle para infraestructura? Claro que sí. Pero para Galeano al lamentarse con el dolor del habitante nordestino ya se convirtió en un veredicto indignante.

De una manera más contraria al razonamiento, en la obra de Galeano también los personajes y situaciones separadas por siglos y hasta por estructuras antagónicas, como los conquistadores peninsulares de 1521 y las trasnacionales de la segunda mitad del siglo XX, se convierten en un “todo es lo mismo”. Para el autor, entonces Hernán Cortés y el Banco Interamericano de Desarrollo son la misma trama, Francisco Pizarro y la “Alianza para el Progreso” tejieron el mismo chiquero, los filibusteros[3] y la IBM son comadres, la reina de Inglaterra (cualquier que se elija) y los ganaderos complotaron para la debacle de los gauchos (los del lamento en Martín Fierro)… en fin, todos y cada uno de los que desagradan a Galeano pactaron para arruinar las tierras al sur del Río Bravo. El exceso argumental termina sepultando cualquier rigor y convierte una hermosa pieza literaria en una avalancha retórica (o propagandística), ese procedimiento para la ciencia histórica resulta un desatino mayúsculo. El argumento va a terminar mezclando épocas, geografías y economías en base a una monotemática intención resumida en que los malos quieren oprimir y explotar a los pobres latinoamericanos. El resultado sería simpático pero sobre tal desatino la izquierda pretendió curar los males del continente, cuando la mejora de las sociedades exige rigor de pensamiento para evitar las mono-soluciones que fracasan.

Unidad latinoamericana
Un gran gusto por la historia me acompañó desde la tierna infancia, así el conocimiento previo (sobre las aventuras de la colonización, las guerras de independencia y demás) permitía asimilar con avidez y facilidad algunas narraciones de Las venas abiertas... Precisamente el libro está armado a la manera de relatos, con descripciones de escenarios históricos donde se identifican perfectamente las penalidades de los pueblos dominados por la adversidad, y ese destino adverso se presenta personificado en sujetos colectivos identificados con claridad como “los españoles”, “los conquistadores”, “el latifundio”, “los filibusteros”, “los marines”, “la oligarquía”, etc. De tal manera el conjunto de calamidades adquiere el perfil definido de una unidad, integrando la nube de la opresión sobre el continente. Paralelamente, al avanzar las narraciones, el conjunto de los pueblos sufrientes y sus transformaciones también van adquiriendo unidad a partir de “los indígenas exterminados del Caribe”, “los incas convertidos en mineros del Potosí”, “los amazonios expulsados de la selva”, “los esclavos negros”, “los campesinos vendidos”, “los desposeídos de tierras”, “los obreros fabriles”, “los salitreros”, “los humillados”, “los despojados”, etc., de tal manera que —a nivel inconsciente— aceptamos con convicción dramática que existe la unidad esencial de los pueblos latinoamericanos sobrepuesta a su unidad de hecho. No es la simple unidad de las patatas en su saco, sino la integración dramática de un calvario interminable, de las mismas víctimas (polifacéticas pero identificadas como las mismas) sometidas por los equivalentes victimarios (polifacéticos pero monótonos).
De esta configuración esencial de grupos antagónicos nace un programa evidente de unidad latinoamericana como exigencia moral y resultado lógico de un largo drama atravesando todos los tiempos. La mera existencia del drama clama por una unidad continental de los “pueblos oprimidos”, de tal manera que la exigencia sea la integración derribando las desgracias impuestas por las minorías dominantes. Esta interpretación de Galeano fue la voz del socialismo espontáneo, de la unidad latinoamericanista (sin identidad de clase precisa) con identidad de pueblo; aunque también adoptaba la experiencia reciente de la revolución cubana y su estilo, donde el discurso anti-imperialista predominaba sobre cualquier otra consideración. Esto significaba una división de los campos: el pueblo de Latinoamérica contra el Imperialismo.

Pasaje boliviano
La apasionada y sencilla descripción de la tragedia inca con sus secuelas de minería rapaz fue el primer paisaje que causó gran impresión. Muchos años después seguía recordando la tos por silicosis de los mineros como si fueran vivencias propias. En más de un sentido, la sociedad del altiplano peruano semeja al mexicano, por lo mismo existe fácil identificación de situaciones y personajes; bastaba considerar diferencias de principio como la integración centralizada del imperio incaico y la menor densidad de colonización española en la región, de tal modo que la sociedad de Perú y Bolivia quedó más rígidamente separada. Esto semeja lo acontecido en la región de Yucatán, donde se separó estrictamente la “casta divina” de la población nativa. Según la narración la importancia de la minería de plata en la conformación de la estructura social colonial del Altiplano boliviano todavía fue más determinante que en la Nueva España, por eso las depredaciones por una economía monótona y no renovable fueron más notables, porque la minería de esa época después de extraer los metales dentro de la tierra, dejaba tras de sí el abandono, los huecos silenciosos de los socavones, como bocas abiertas en cuerpos muertos. La maestría y la buena selección de ejemplos sirve para contrastar la exuberante riqueza de las bonanzas de plata, opuestas a la miseria de las regiones luego abandonadas, y también sirve para remarcar la tesis del (anti)desarrollo económico central del libro: la riqueza de la naturaleza es fuente de la miseria de los hombres en el contexto de una sociedad colonial y neocolonial. Es decir, la mísera latinoamericana no es fruto de la pobreza natural sino de la riqueza de sus recursos, por eso las regiones más ricas y que han alimentado mejor a las metrópolis, después quedan como las más pobres y abandonadas, con lo que se establece una tesis sistemática de injusticia, pues el premio de la producción (colonizada) es la destrucción. En el ejemplo de Perú y Bolivia es la salud de los mineros destruida prematuramente en los pulmones por silicosis la expresión viva del carácter depredador de esa minería, que en las condiciones preindustriales arruinaban completamente la salud a los treinta años de edad.[4]
Por eso se comprende que las agrupaciones de mineros fueran una punta de lanza combativa, que incluso en su cima histórica generó la revolución boliviana de 1952, cuando con cartuchos de dinamita doblegó al ejército local. En ese orden de ideas, la palabra “minero boliviano” adquirió y conservó un aroma de magia revolucionaria, el mismo sector social de halo encantador que buscó alcanzar el Che Guevara durante su desventura boliviana. El minero del altiplano se convertiría en una evocación redonda para la esencia de un proletariado extremo latinoamericano, al colmo de la enajenación, presencia viva del proletariado con cadenas radicales entrevisto en la época de la primera revolución industrial inglesa. Parecía dibujarse el sujeto revolucionario radical que únicamente tenía sus cadenas para romper, pero ahí ubicado en la mayor altura del continente: el altiplano andino.

Encierro en el paisaje paraguayo
Impresionante resultó la descripción de la historia de la guerra de la triple alianza (Argentina, Uruguay y Brasil) contra el régimen de Paraguay, porque mostraba de un caso insólito de vía independiente de desarrollo regional, aunado a que la historia oficial desfiguró ese episodio hasta convertirlo en un evento irreconocible, por eso era necesario confrontarlo con las fuentes históricas opuestas. Por alguna razón oscura yo guardaba amor a las utopías casi cumplidas, los pequeños eventos de la historia donde se había restaurado un episódico reino de justicia en mitad de una historia atroz, y el caso paraguayo pertenece a esa estirpe. Después de la independencia Paraguay había caído en una tiranía cerrada pero progresista, que había generado un carril autónomo de desarrollo nacional, de un talante peculiar, que incluso no facilita un diagnóstico claro de su tipo de sociedad. De acuerdo con Galeano la condición de desarrollo independiente unida a la situación geográfica preparó una contradicción quemante y sin salida, en la cual los vecinos (en competencia de envidias) amplificaron la dictadura paraguaya (hasta convertirla en leyenda negra), para así esconder una guerra que terminó en el casi exterminio de una nación. De alguna manera la independencia de Paraguay respecto del capital extranjero, creando industria vernácula y contando con una amplia base de servicios como la instrucción básica universal, impulsó a que se aliaran sus vecinos, además instigados por el capital inglés.[5]
Sin embargo, la evidencia histórica sobre quién provocó la guerra sigue siendo incierta y la línea principal que dramatiza Galeano no ha recibido la bendición de los hechos, incluso él mismo titubea mucho al aceptar hasta las hipótesis más extremas como un delirio amoroso del tirano de Paraguay que lo encolerizó contra el rey de Brasil, que lo empujó a declarar una guerra desastrosa. Lo que parece indudable que el bando que se lanza a la guerra sin suficiente provocación es la dictadura de Paraguay motivada por diversas causas.[6] Sin embargo, como ya existe un villano predestinado, Galeano fuerza la investigación histórica para afirmar que el embajador Inglés tramaba detrás de bambalinas, cuando la posición oficial británica fue contraria a esa guerra (e incluso los británicos tenían muchos ciudadanos trabajando en Paraguay). Basta un poco de retórica para que la culpa inglesa sea aparente, sin que el propio autor requiera argumentar demasiado.[7]
La guerra fue prolongada y dolorosa, deja la imagen de un pueblo castigado hasta el extremo, pues sobrevivió una sexta parte de su población original después de cinco años de guerra. El heroísmo de los combatientes locales, dibujado sucintamente, me resultaba conmovedor, porque manifiesta la convicción absoluta para la defensa de una patria y una causa justa ante un enemigo militar colosalmente superior. Esa guerra es una tragedia conmovedora, pero además múltiple porque también señala el fratricidio de los pueblos, y por si fuera poco suma la tragedia de la amnesia histórica, del crimen genocida que, oculto, pareciera ser perfecto.

El presente impugnado
El libro de Eduardo Galeano ausculta con intención su presente y su acusación esencial fue la lucha entre el imperialismo norteamericano contra los pueblos latinoamericanos. El escenario principal de la lucha eran las material primas y agrícolas, como aparece en una larga disertación sobre los conflictos entorno a los yacimientos minerales como el cobre de Chile, el estaño de Bolivia, el hierro de Brasil y el petróleo de Venezuela, y otra explicación sobre las materias agrícolas monopolizadas como las bananas de Centroamérica y el azúcar del Caribe. Si bien estos conflictos principales giran sobre los monopolios naturales, también contenía un análisis con importantes actualizaciones abarcando el manejo de las finanzas y los sistemas bancarios, las trasnacionales de manufacturas locales y el consumo reducido de la región, el control de la tecnología, etc. De tal modo Galeano cumple un esfuerzo de actualización, para alegar sobre de la estructura “contemporánea del despojo”. Así, el progreso material evidente dentro del capitalismo (urbanismo, industrias y sociedad de consumo) Galeano no lo mira como reducción de miserias sino que lo denuncia alegando continuidad con la antigua opresión. Sin embargo, reconozco que entonces no me impresionaban las sutilezas de los mecanismos económicos al compararlas con las antiguas tragedias. Como si la sicología (motivación y resorte de la lucha) se tuviera que impresionar y tensar con los casos más monstruosos de la opresión. La conciencia se mueve con la indignación fraguada al rojo vivo por las mayores tragedias, así Las venas abiertas… dibujó un enorme mosaico de tragedias e indignidades, en ese sentido, fusionó un caldero de emociones surgidas desde ecos lejanos. La crítica cuando señala una opresión light no muestra un objeto interesante para la denuncia, pues los males ligeros de tiempos recientes parecen hasta un descanso respecto del pasado terrible, por tanto no resultan parte del mosaico de las infamias.

En cierto sentido, creo que nuestra generación estuvo imbuida por un espíritu redentor al estilo de Las venas abiertas de América Latina, porque el nacionalismo encontraba un eslabón concreto hacia la universalidad plena por medio del “latinoamericanismo”, que se mantenía como una identidad de oprimidos continentales (internacionales y globales), en oposición con un primer mundo que nos indignaba y molestaba con su lujo, el que creímos herencia de la explotación colonial. A la distancia también impresiona esa especie de “sentido de comunión” que ajustaba perfecto con este texto, y era sorprendente que este autor uruguayo, periodista a plena madurez de 1970 tuviera esa conexión mental (digamos identificación) con los adolescentes mexicanos de 1974. Sorprendente esa efectiva conexión de complicidad de las entrelíneas, una conexión vital tan clara como lució en ese entonces. En ese despertar hacia las inquietudes intelectuales ese texto sirvió de catapulta para cuestionar el presente. Sin embargo, ahora se debe desechar: la influencia política unilateral, la simple sugestión del maestro o el escrito entregado para el adoctrinamiento. En este caso desestimo esos argumentos (carecen de importancia), porque debo aclarar que en mí existían antecedentes (incluso incomprensibles todavía) de predisposición a una retórica revolucionaria desde la infancia (los 6 años de edad). Desde la infancia, surgían días de inspiración sin motivo, manifestaba accesos de discurso político como si hubiera leído textos rojos desde la cuna. En ese sentido, Las venas abiertas de América Latina representó un encuentro ineludible, un cruce de caminos entre predisposiciones íntimas y esa onda expansiva revolucionaria surgida desde un epicentro telúrico del Cono Sur.



NOTAS:

[1] Tomado de https://www.clublibertaddigital.com/ilustracion-liberal/63/las-mentiras-abiertas-de-america-latina-eduardo-goligorsky.html
[2] Galeano, Las venas abiertas… p. 299.
[3] Galeano, Op. cit., p. 141-144.
[4] Que el arribo de Evo Morales un gobernante que presume su sangre indígena, con programa socialista y alianza con los sindicatos mineros no haya significado una redención para el minero boliviano en el siglo XXI señala que la retórica de Galeano naufraga. Sigue la misma realidad de silicosis en las cooperativas mineras bolivianas, véase “El aliento de la mina mata” por Juan Carlos Enriquez Sanabria, en https://fundacionperiodismo.org/aliento-la-mina-mata/
[5] Ya encarrilados en la duda, la tesis de Galeano es mandar las culpas a Inglaterra para reducir el horror de la masacre entre hermanos latinoamericanos, pues entonces el mayor genocidio sería pura responsabilidad local.
[6] “El historiador liberal Efraím Cardozo no tiene inconveniente en sostener, sin embargo, que López se plantó frente a Brasil simplemente porque estaba ofendido: el emperador le había negado la mano de una de sus hijas. La guerra había nacido. Pero era obra de Mercurio, no de Cupido.” P. 249.
[7] “El ministro inglés en Buenos Aires, Edward Thornton… Ante su atenta mirada se urdió la trama de provocaciones y de engaños que culminó con el acuerdo argentino-brasileño y selló la suerte de Paraguay” Lo cual exige precisiones, pues no existía una relación entre favorecer tratos con la conflagración posterior, pues también buscaba relaciones y negocios con Paraguay, al parecer el dictador mismo se puso la soga al cuello y obligó una guerra invadiendo a ambos Brasil y Argentina, lo que resultó una temeridad desastrosa.